Las lecturas escolares y no escolares entre 1940 y 1970

"Clásico no es un libro que necesariamente posee tales o cuales méritos; es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con propio fervor y con una misteriosa lealtad."  
                                                                      Jorge Luis Borges. Otras inquisiciones


En las lecturas escolares de la década del '40 no se han encontrado referencias a la novela de Collodi, tampoco fragmentos o síntesis, adaptaciones o recreaciones, lo que demuestra que la obra no estaba incluida en los textos recomendados por el Ministerio de Educación. 

Las aventuras de Pinocho fue uno de aquellos libros que los inmigrantes trajeron en sus valijas o en su memoria, como un modo de mantener el vínculo con el terruño perdido. De ahí que la novela haya realizado el camino inverso: de la escritura a la oralidad. Los recién llegados arribaron con su propia cultura e, influidos por el "Risorgimento" italiano, buscaban preservar la propia tradición del otro lado del océano.

Es así que puede afirmarse que el libro ingresó de modo marginal o en forma privada, a las bibliotecas y hogares argentinos. Quizá la familia fue la única mediadora entre Pinocho y los pequeños lectores, a partir del éxito cinematográfico de Walt Disney, que mucho distaba de la obra de Collodi. Es por esa razón que muchos niños y adultos sólo conocen las versiones y adaptaciones comerciales muy alejadas del libro original. 

Lucerito. Primer grado
La finalidad pedagógica -único objetivo de las lecturas escolares en el siglo XIX- se proyectó hasta mediados del siglo XX. Podemos mencionar, entre otros, Lecturas obligatorias para la escuela primaria, de Enrique González Trillo, Librería del Colegio, 1940 (para 4to. grado); los libros Lucerito (para primer grado), de José de Guevara; Días de infancia, de Fermín Estrella Gutiérrez; Rayito de luz, de Adelaida Álvarez de Calabrese, todos de 1942.
María Adelia Díaz Rönner hace referencia a los excesos de la pedagogía en su libro Cara y cruz de la literatura infantil: “En ocasiones, un erróneo manejo de la pedagogía se torna en un ‘pedagogismo´ infecundo, en una suerte de patología de la educación”. 
Fermín E. Gutiérrez. Días de infancia

En los textos predominaban las reflexiones sobre lo que le convenía al niño en nombre de la razón y la verdad, de modo que la fantasía no integraba los programas de estudio. Al respecto, son oportunas las palabras de Graciela Montes en El corral de la infancia: “Estoy convencida de que, en esta aparente oposición entre realidad y fantasía, se esconden ciertos mecanismos ideológicos de revelación/ocultamiento que les sirven a los adultos para domesticar y someter (para colonizar) a los chicos”.
Al niño había que protegerlo con reglas muy claras para que no cruzara los límites impuestos contra una literatura no recomendable, de acuerdo con los principios morales de la familia cristiana. El cuento debía informar y educar, y el niño ideal, al que debía aspirar la infancia, no tenía nada en común con el personaje Pinocho de Collodi, que decide vivir sus propias experiencias, más allá de que la novela termine con su redención y transformación.
Enrique G. Trillo. Lecturas obligatorias para la escuela primaria 
La realidad debía ser tranquilizadora y segura para los chicos, así no habría lugar para los cuestionamientos. El lenguaje empleado en los libros escolares tendría que ser el “oficial” y además estar “deshistorizado”, de ahí la tendencia, en las lecturas del aula, a fomentar los arquetipos y las virtudes.
Lucerito. Libro de lectura
Más allá de la indiferencia del sistema educativo, la novela de Collodi fue ingresando en nuestro país desde lo “no canónico”, como lo expresa María Teresa Andruetto: “Todo canon necesita de la amenaza exterior, y es de ese exterior no canonizado de donde provienen las reservas de la literatura que vendrá (…)”.

En cuanto a los libros de lectura de los años '50, en su mayor parte, observamos que manifiestan una orientación ideológica oficialista.  Varios años después, en 1967, el Centro Editor de América Latina publica,dentro de la colección Los Cuentos de Polidoro, un capítulo de la novela de Collodi: Pinocho en el país de los juguetes (reeditado en 1977 y 1985) con excelente adaptación e ilustraciones de reconocidos artistas.
Pinocho, CEAL.1967


A pesar de no haber sido canonizado por la academia, la escuela o el mercado, Pinocho aún perdura en nuestra memoria y nos sigue interrogando acerca de nosotros mismos. Y en los últimos años, gracias al incremento del interés académico, el desarrollo de la crítica especializada y el nacimiento de nuevos  emprendimientos editoriales (pequeños y de capitales nacionales), la presencia de la novela de Collodi en nuestra educación se ha visto fortalecida.








Comentarios

  1. Maravillosa aportación. La finalidad pedagógica del libro es algo que siempre más que captar lectores hizo que los niños se alejaran de la literatura. Algo que los mediadores tendríamos que tener siempre en cuenta. Muchas gracias por la información aportada.

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