Pinocho en nuestras infancias

Sentada en el escenario del colegio San Antonio María Giannelli, de Mar del Plata. Junto a mis compañeros de primer grado, canto la canción final de Pinocho, después de haberla escenificado como parte de la fiesta de creación de ese colegio.

Hasta el viejo hospital de los muñecos/ llegó el pobre Pinocho malherido/ un cruel espantapájaros bandido/ lo sorprendió dormido y lo atacó/ Llegó con su nariz hecha pedazos/ y una pierna en tres partes astillada/ una lesión interna y delicada/ que el médico de guardia le advirtió/ Y a un viejo cirujano llamaron con urgencia/ y con su vieja ciencia todo lo remedió/ pero dijo a los otros muñecos internados/ todo esto será en vano le falla el corazón/ El caso es que Pinocho estaba grave/ y el viejo cirujano no sabía/ a quién pedir prestado un corazón/ Entonces llegó el hada protectora/ y viendo que Pinocho se moría/ le puso un corazón de fantasía/ y Pinocho sonriendo despertó.”



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-¿Te portaste bien?
-Sí, abuela, muy bien…
La abuela me observa con desconfianza. Yo sé que hice lío y agacho la cabeza.
-Andá a mirarte al espejo -me dice.
-¿Para qué?
-Para que veas cómo te está creciendo la nariz… como a Pinocho.
-Y  entonces salgo corriendo a comprobar si se ha cumplido el maleficio.

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